lunes, 14 de marzo de 2011

SAETA

De orígenes inciertos, la primera documentación de su existencia data de fines del siglo XVII. Se trataba  inicialmente de cánticos sentenciosos o avisos morales, más romanceados que cantados, que pretendían mover a la piedad, y que recitaban los hermanos del Pecado Mortal o de la Aurora con ocasión de un Vía Crucis o como cánticos de Pasión.

Sevilla, años 60. Procesión de la Virgen del Rosario.
A la puerta de una residencia de ancianos, una mujer canta una saeta.

Foto por cortesía de Holgado-Brenes 
La saeta popular, como expresión espontánea del sentimiento religioso, se desarrolla en torno a mediados del siglo XIX. Las distintas producciones iban tiñéndose con las señas de identidad de su lugar de origen, lo que dio lugar a una gran  diversidad de cantos autóctonos como la saeta vieja cordobesa, la cuartelera de Puente Genil, las saetas marcheneras o la samaritana de Castro del Río.

A este lecho de tradición popular se fue incorporando a principios del siglo XX la impronta del flamenco. Surge así la saeta flamenca, una copla de cuatro a cinco versos octosílabos cantada por martinetes o seguiriyas. Copla religiosa o rezo jondo, la saeta pervive con gran vitalidad en el patrimonio oral de toda Andalucía. Son numerosos los concursos que se celebran para fomentar los distintos estilos así como el número de intérpretes especialistas. Prueba de su vigencia es por otra parte el interés que ha despertado fuera de nuestras fronteras, como es el caso del festival que se celebra anualmente en París a cargo de saeteros destacados. 


Veamos ahora un ejemplo de viaje de ida y vuelta: desde la saeta popular al texto poético del autor de Campos de Castilla y de su recreación en la palabra de un cantautor a la voz del flamenco.       

Camarón, Serrat, Machado


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