sábado, 7 de mayo de 2011

LA BELLA Y LA BESTIA, UNA HISTORIA DE SIEMPRE

El mito de La Bella y La Bestia, popularizado en numerosas producciones de la actual cultura de masas, nos refiere a una corriente ancestral de amplísima tradición. La encontramos en el primitivo caudal noroccidental de la India: en el Rig Veda, el Somadeva y el Satapatha Brahmana, que cuentan la fábula de la ninfa Urvasi y su enamorado Pururavas. Son muy abundantes sus derivaciones populares en las culturas eslavas, germánicas y mediterráneas. En la tradición grecolatina, tiene su correspondiente versión mitológica en la leyenda de Eros y Psique, representada en la bella formulación de Ovidio; y también Apuleyo la incluye en su novela  El asno de oro (s. II d. C.)  
En el ámbito occidental encontramos versiones escritas en la recopilación de cuentos de  Giovanni Francesco Straparola, Le piacevoli notti (1550), en la de Perrault, Contes de ma mere l’oye (1697), en el Pentamerone (1634) de Giambattista Basile, o en los Contes des Fées (“Le mouton” –el cordero-) de Madame d’Aulnoy.
La versión para cuentos de salón publicada en 1740 por Gabrille-Suzanne Barbot de Villeneuve en La jeune américaine et les contes marins, presenta un desarrollo  muy cercano al más conocido en nuestros días. De aquí la retomará la aristócrata Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, publicándola en 1756 como parte de la colección Magasin des enfants, ou dialogues entre une sage gouvernante et plusieurs de ses élèves. Pensada como actividad pedagógica, se trata de una versión muy abreviada, de la que han sido eliminados los detalles más escabrosos o subversivos. Gozó, sin embargo, de una gran popularidad, lo que hizo que al año siguiente de su aparición fuera traducida al inglés.

En nuestro ámbito hispánico, Aurelio Espinosa inventarió ochenta y tres versiones del cuento. Con su nombre más conocido, El príncipe encantado, Antonio Rodríguez Almodóvar lo recoge de la tradición popular andaluza y lo incluye en su recopilación Cuentos al amor de la lumbre (1984), realizando sobre el mismo un guión que se  llevó a la  televisión en 1996. La versión hispánica del cuento refiere a un campesino pobre con tres hijas muy bellas, un príncipe encantado con piel de lagarto, y una serie de pruebas y objetos mágicos con que la hija menor consigue finalmente ser reconocida por el príncipe y casarse con él.
Las interpretaciones que ha recibido la historia son múltiples. En el ámbito junguiano, se encuentra un significado profundo relacionado con la necesidad de conectar con el psiquismo inferior, la animalidad o el hombre natural que duerme reprimido en nuestro interior por los imperativos sociales. La antropología cultural relaciona los viajes siderales de la heroína con ritos iniciáticos, o el uso de los zapatos de hierro que se desgastan, con la visita al reino de la muerte y la superación de la misma. Pervive –por otra parte- en las diferentes tradiciones un mensaje positivo relacionado con el poder liberador del amor.
De la vigencia de su mensaje dan cuenta las numerosas ediciones y reescrituras. En el siglo XIX cabe citar el poema de Charles Lamb, publicado en 1811, o la  ópera en dos actos de J.R Planchée (1841). El cine ha encontrado también una inagotable fuente de inspiración en esta historia, como lo atestiguan la  exquisita versión realizada por Jean Cocteau en 1946, la adaptación que en 1952 filmó en la Unión Soviética Atamanov con la técnica del rotoscopio, la edulcorada de Disney o las muchas versiones que hacen de la bestia un gigantesco gorila, el  mítico King Kong.
A todo ello habría que añadir las adaptaciones televisivas, musicales y teatrales o su inclusión en el mundo de los vídeo-juegos.

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